EL QUIJOTE HUMANISTA Y SOCIALISTA
Wilber Arecio Dávila Gómez (*)
“Don Quijote de la Mancha”, obra de Miguel de Cervantes Saavedra, al arribar a los 400 años de su publicación, la República Bolivariana de Venezuela, a través del Ministerio del Poder Popular de la Cultura, en edición especial del año 2005, de la Editorial Alfaguara, con prologo del Premio Nóbel de Literatura José Saramago, distribuyó en el 2005 y 2006, obra donde se rinde tributo al espíritu justiciero, haciendo de la existencia una oportunidad de batalla.
La vida de Miguel de Cervantes Saavedra (Nació en Alcalá de Henares 1547 - Murió en Madrid 1616) abunda en grandes ilusiones y terribles fracasos. Continuamente la realidad de los hechos va a hacer fracasar todos sus sueños. Su vida es el reflejo de su época. Lo mismo que España se debate entre las ansias de gloria imperial y la realidad de una decadencia ya iniciada durante Felipe II, de la misma forma Cervantes lucha entre una vida mezquina y unos afanes de gloria.
El Quijote es ante todo humanidad. Hay en la obra un profundo valor humano, un contenido de vida, hecha de sueños, de fantasías y desventuras. Lo humano es siempre la desproporción entre lo que se busca y lo que se consigue, entre lo imaginado y lo real, entre lo que é quiere y lo que el destino le da. Es la lucha tras la perfección y el bien
La belleza del Quijote está en ser obra de símbolo y de realidad a la vez. Es el dialogo entre el ideal y la realidad. Y al final, la amargura de ver que los nobles anhelos del caballero son vencidos por la ingratitud, el egoísmo y la falta de amor.
Don Quijote y el Sancho son la encarnación de dos tendencias que luchan perennemente en el hombre. El contraste entre estas dos actitudes, no se oponen sino que se complementan. El contacto de la vida en compañía va a contagiar al escudero, al menos en admiración hacia su señor, y a la vez, estén se embebe lentamente de algo del buen sentido del escudero. Don Quijote y Sancho se quieren entrañablemente porque se necesitan el uno al otro.
Nunca como ahora se hace tan necesaria la genial unión de Don Quijote y Sancho para que el contraste nos enseñe a colocarnos en el justo medio, en el buen sentido. Porque Cervantes no hace un elogio de la locura, ya que su protagonista, después de haber vivido en pleno sueño, acaba viendo las cosas como en realidad son y acaba muriendo equilibrado después de haber vivido loco. No obstante, el triunfo de la sensatez, Cervantes la hace triunfar con el sentimiento pesimista del que tiene que claudicar ante la realidad.
Cervantes presenta una clase social, la de los hidalgos, que se siente perdida y trata de huir de la certeza de su miseria real. Para ello el hidalgo manchego crea un mundo de sueño, un mundo sin dinero y busca la ilusión de una función social que, por su carácter abstracto, refleja una desocupación real. Cervantes hace una parodia y al mismo tiempo una apoteosis del caballero hidalgo, al desenmascararlo y al mismo tiempo justificarlo. Don Quijote siempre tiene razón y siempre se equivoca; tiene razón al pretender escapar de la monotonía miserable de su existencia. Tiene razón al no buscar la aventura por ella misma, sino por motivos elevados. Pero también se equivoca porque en la acción de la novela se va descubriendo no sólo la inutilidad de su empresa, sino también el peligro que representa para aquellos a los que pretende ayudar.
(*)Periodista y Consultor Área Participación Ciudadana
San Cristóbal-Táchira/Venezuela
Correo: wilberdavila1960@yahoo.es
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